jueves, 15 de octubre de 2009

Después de ver el último capítulo de House MD recordé a la víctima más divertida del cuento del Karma: Earl.
No era más que un bravucón, bastante idiota como para vivir a pleno el sueño americano, pero lo suficientemente avispado como para aprovecharse de cualquier loser que se atravesara en su camino. Hasta que captó el concepto de Karma. Nada de versos, él sí que entendió a qué se refiere, y decidió enmendar todas sus fechorías. Así, obsesionándose con un punto de su lista cada vez, entretiene y divierte hasta que logra tachar ése punto oscuro de su vida, y del papel amarillo que lo guía.

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